martes, octubre 24, 2006

OPINION

EL VALOR DE LA AMISTAD A TRAVÉS DE LAS PIEDRAS
Cuando comencé esta afición por la mineralogía y los cristales de la naturaleza, allá por los años ochenta en un suburbio de Madrid, lo hice en solitario en el laboratorio de un instituto, donde a una profesora se le ocurrió dejarme la llave del mismo, unos cajones llenos de minerales de diversos lugares, y un microscopio petrográfico.
Aun no sabía esa maestra, Ana Villanueva, que estaba abriendo posibilidades infinitas en mi aun corta existencia.
Con el paso de los días, semanas, meses, ni que decir tiene que me pasaba horas por los descampados buscando las primeras muestras, a veces con resultados infructuosos.
Descubrí por entonces el verdadero valor que tiene salir al campo en la búsqueda de los cristales, ello se hace mucho más enriquecedor cuando compartes dichas aventuras.
En los años que llevo a la búsqueda y estudio de los minerales, (ya va camino de veintiseis), quizás no haya logrado una gran colección, debido a mis inconstancias y mis desórdenes, pues en el fondo soy como un cajón de sastre.
Pero si he logrado hacer grandes amigos a través de los minerales.
Por eso quería, por un lado hacerles el homenaje que se merecen, gentes amables con la naturaleza y con el medio ambiente, personas que siempre sacan la sonrisa cuando más la necesita un amigo.
Desde mis primeros comienzos con Carlos Sánchez cuando teníamos apenas quince años, en aquellos suburbios de Madrid, en aquella caótica excursión de Torrelodones o en mi primer paseo en bici por carretera en Manzanares (Ciudad Real) en busca de pirolusitas.
Pasando por la época de Extremadura, con mis amigos del Rosal, que tanto me aportaron sobre la verdadera esencia de lo natural, yo a cambio tan sólo pude darles unos cuantos nombres, yacimientos e identificación de piezas.
Y llegando al Bierzo donde mi inseparable amigo Juan Manuel Rincón, (al que conocí mediante un anuncio de "se intercambian minerales y rocas"), me enseña cada día el arte de encontrar allí donde aparentemente no existe nada, su orden, su método y su esmero, es susceptible de ser mostrado en todas las escuelas e institutos como ejemplo de respeto al medio.
Y a ambos se nos ocurrió hacer una asociación, donde curiosamente está encuadrado mi buen amigo de la infancia Carlos Sánchez.
Ahí queremos llegar, en la mineralogía como una actividad para toda la familia, donde desde los primeros años los niños a los que les atraiga el mundo de los cristales, puedan fomentar la amistad que surge a través de las piedras y la naturaleza.
Donde más importante que conseguir una pieza de museo, esté conseguir un buen amigo.
Hoy día la sociedad se encuentra más sola que nunca.
Necesitamos de la gente y de los amigos.
Encontrar un cristal en compañía de alguien amigo es el verdadero tesoro.

Con todo mi aprecio a todos ellos y a las futuras amistades.
Juanjo de Aragonito Azul.

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